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domingo, 5 de junio de 2011

Te echo de menos. A veces pienso que no supe aprovecharte al máximo. Recuerdo cada una de tus palabras. Cuando me pedías que fuera a visitarte, siempre te decía que si. Pero nunca fue suficiente, tu siempre con los brazos abiertos, yo cansada de dar pasos para ir a ti. Y ahora, pagaría cualquier precio por volver a abrazarte cinco miserables minutos, para decirte todo lo que no me dio tiempo a decir. Hoy he ido a verte. Mañana es tu cumpleaños, y yo no quiero soplar tus velas por ti. Te invito a que vengas y probemos esa tarta de queso que tanto nos gusta a las dos. Hay noches en las que me acuerdo tanto de ti que duele. Tú nunca has sido de palabras, pero bastaba una sola sonrisa para que lo dijeras todo. Las cosas no están siendo fáciles sin ti, ahí arriba la gente empieza a volverse loca, y solo quieren hacernos daño. Que te voy a contar que no sepas, lo sufriste tu misma en tus carnes. ¿Sabes lo peor de todo? Que no puedo quitarme ese hospital de la cabeza. Se me rompe el corazón cada vez que lo recuerdo, si solo quería sacarte de allí y llevarte conmigo a casa. Pero tú te ibas apagando lentamente, y yo no quería salir de la habitación. Sentí miedo. Miedo por no poder hacer nada, miedo a que fueras a sufrir. Rabia de todos los gilipollas que entraban y salían de la habitación mientras tú seguías respirando el poco aire que te quedaba. La gente solo pensaba en comer, y yo de buscar la forma de sacarte de ahí. Pero aunque los minutos parecieran horas todo duro muy poco. Me asustaste varias veces con esas fuertes respiraciones, pasaban unos segundos que parecía que ya no seguías respirando, pero me volvías a sorprender de nuevo con esa respiración que alegraba mi corazón. Aun quedaba esperanza, son solo sustos, me repetía… ¿y sabes que? me fui a tu lado, coji tu vaso, bebí de tu agua, y esa fue la ultima cosa que tocaste…la ultima vez que volví a sentirte…

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